¿Cuál es el valor diferencial que aporta a sus clientes, que sea diferente y de mayor valor que su competencia?
Esta es una pregunta vital que toda empresa de transportes debe plantearse, incluso antes de poner en marcha el proyecto empresarial, ya que es en lo que debe basar el negocio, en el valor añadido y diferencial que aporta a los usuarios y público objetivo.
A menudo no nos pararnos a reflexionar si lo que estamos ofreciendo a nuestros clientes supone para ellos un valor diferencial. El término Valor Diferencial, hay que verlo en dos partes. Por un lado, la palabra Valor, que hacer referencia a que es importante para los clientes, les supone un beneficio real y concreto; y la palabra Diferencial que como la propia palabra indica es diferente a lo que otros ofrecen.
El sector del transporte de viajeros es un mercado muy competitivo, con múltiples competidores en cada diferente medio de transporte, ya sea tren, avión, barco o autobús. Cada medio de transporte tiene unas características diferentes, de igual modo ocurre dentro de cada medio, es decir, cada empresa de autobús tiene unos valores y atributos diferentes a otras, con lo que, por ejemplo una empresa de autobuses, debe definir qué le diferencia no sólo de otras compañías de transporte en autobús sino también de otros medios de transporte. De ahí la complejidad e importancia en la definición de los valores diferenciales de las empresas.
Las empresas deben plantearse cuáles son esos atributos, tanto físicos como emocionales, que aportan al público objetivo, si cubren expectativas o necesidades de manera más eficaz o eficiente que la competencia. ¿Qué hace que su empresa sea mejor que la competencia? ¿La tecnología, servicios, productos, instalaciones, los empleados, el servicio al cliente, etc.? Sea lo que sea, debe ser lo suficientemente fuerte y valioso para los clientes y que éstos lo perciban como único y lo asocien a su empresa.
Para un viajero, el precio no es lo más importante, sino el conjunto de los servicios y valores añadidos que conforman la percepción del cliente. De entre todos esos valores añadidos, el más importante es la higiene del vehículo, sea autobús o tren, tanto a nivel visual como olfativo, es decir, no vale con que no se vea suciedad a primera vista, sino que debe oler a limpio, fresco.
Si el viaje es muy largo y el autobús o tren huele mal, eso va a generar una enorme insatisfacción en el usuario que no verá compensado el precio que paga por viajar en autobús o tren si va a viajar incómodo. Así mismo, es importante instalar algún tipo de aparato o sistema que elimine o neutralice los malos olores que provengan del propio interior del autobús, los olores corporales de los viajeros, ya que el aire acondicionado no es suficiente para eliminar olores y regenerar el aire.
En un vehículo de transporte de viajeros no puede haber asientos rotos o rajados, ni manchas o marcas de pintura en respaldos, ya que da una imagen de empresa descuidada y poco profesional.
En los trenes pasa exactamente lo mismo, es importante e imprescindible la limpieza del conjunto del tren, de todos los vagones, y el olor debe ser agradable, y por supuesto no puede oler a comida de la zona de restauración en las inmediaciones de la misma, ni pueden desprenderse olores desagradables de la zona de servicios.