Eran las diez de la mañana de un precioso domingo de verano cuando sonó el teléfono. Al responder, me encontré con una persona algo sorprendida: «Hola… Siento molestarte un domingo. En realidad, llamaba pensando que no me iba a contestar nadie. Mi intención era dejar un mensaje».
Si bien los domingos descansamos, le dije que adelante: «Tengo el móvil siempre operativo. ¿Qué puedo hacer por ti?».
Cuando empezó a contarme, noté cierto estrés y ansiedad en su voz. Se trataba del dueño de una empresa de transportes y, realmente, estaba desesperado:
Ya no puedo más. Estoy agotado, voy corriendo a todos lados y tengo el teléfono que echa humo. Mi día debería tener 50 horas. Tengo problemas con algunas entregas, el Brexit, el mantenimiento de los camiones, por no hablar de uno que está averiado en la frontera, y encima hay falta de conductores… Todo esto dejando a un lado que tengo una familia y obligaciones personales, claro.
La gota que colmó el vaso cayó el viernes, cuando me llamó mi mejor cliente y me dijo: «Mira, no te ofendas, pero no quiero que mi producto viaje en tu SUCIO CAMIÓN». Eso me tocó la fibra.
Mi máxima prioridad siempre ha sido ofrecer el mejor servicio a mis clientes y cumplir mis compromisos con ellos. Nunca pensé que les importaría que los camiones fuesen más o menos sucios.
La verdad es que todos mis líos diarios y la falta de tiempo han hecho que nunca haya dado prioridad al tema del lavado de la flota. Claro que quiero que mis camiones vayan limpios, pero hay asuntos más urgentes, como llegar a tiempo y atender lo que me piden. No puedo sacar los camiones de la ruta para lavarlos o dejar uno parado mucho tiempo mientras lo limpian.
Al día siguiente me presenté en sus instalaciones y me encontré con una persona sencilla, cercana y muy activa. Su empresa era moderna y tenía una imagen preciosa; además, contaba con varios pabellones donde también hacían logística.
Observé que allí había un tránsito continuo de camiones cargando y descargando, carretillas elevadoras por todas partes, un departamento de tráfico brutal y todo tecnológicamente muy a la última. Sin embargo, me llamó muchísima atención que la flota de camiones, a pesar de ser relativamente nueva y moderna, estaba muy muy sucia. Yo no daba crédito a lo que estaba viendo, no había coherencia entre la empresa que tenía, su imagen, su modernidad, y aquel aspecto tan descuidado de la flota.
Imagina que eres un empresario del transporte que trabajas a destajo para llegar a todo y ofrecerles el mejor servicio a tus clientes, y de repente va uno de ellos y te salta: «No me gusta que me relacionen con unos camiones tan sucios como los tuyos».
Aquello no podía ser, así que me puse en marcha inmediatamente. En JMB creemos que todas las empresas de transportes, sin importar cuál sea el tamaño de su flota, deberían saber mantener sus vehículos limpios y llevar esto a cabo de forma sencilla, rápida y sostenible.
Así pues, me puse a analizar tiempos, horarios, los complicados procesos de limpieza que a veces llevaban a cabo… Y vi que todo aquello los conducía a procesos improductivos y grandes pérdidas de tiempo y dinero para tratar de mantener una flota que, para colmo, se estaba deteriorando muy rápidamente.
Le indiqué cómo podía acabar con aquel despilfarro implementando procesos de lavado sencillos, rápidos y además respetuosos con el medio ambiente y las personas.
Yo sabía que aquel terreno era algo completamente desconocido para él, y nunca lo habría descubierto si no hubiera sido por aquella llamada de su principal cliente «que colmó el vaso». Pero se trataba de una persona de mente abierta que quería lo mejor para su negocio, y enseguida captó la idea: era el momento de hacer un cambio radical en el proceso de lavado de sus camiones.
El 23 de diciembre a las nueve de la mañana recibí otra llamada suya:
Imanol, a mi empresa le has cambiado la vida. Gracias por escucharme aquel domingo y por ofrecerme una solución a medida de lo que necesitaba. No tengo palabras. Me conociste en un momento de mucho estrés y muchos dolores de cabeza, y me quitaste de encima uno de los problemas más graves, que era el de mantener los camiones limpios de forma rápida.
Ya ves, uno se enfoca en tratar de llegar a tiempo y en ofrecer el mejor servicio, pero va dejándose temas importantes por el camino, como este de la limpieza.
Hoy somos una empresa más productiva, ya no perdemos el tiempo lavando los camiones y me siento muy orgulloso cuando los veo tan limpios por la carretera. Ahora, además de salir a tiempo, hemos conseguido que vayan impecables. Muchas gracias y feliz Navidad.
Y tú, ¿cómo lo haces?
¿Andas tan ocupado apagando fuegos que apenas tienes tiempo para pensar en mantener tu flota limpia?
¿Cuando ves a tu flota en la carretera, ¿crees que provoca el impacto visual que deseas?
¿Tu flota transmite la esencia de tu empresa?
Si estás decidido a hacer un cambio radical en el lavado y la limpieza de tus camiones
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Mi nombre es Imanol Bueno y estaré encantado de contarte lo que necesites sobre el sistema de lavado de JMB. Con él podrás conseguir todo esto: